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La NTSB (The National Transportation Safety Board) ha emitido la Alerta de Seguridad SA-097 para enfatizar la importancia de una gestión proactiva en la utilización de sistemas de descongelación de aeronaves. Dicha advertencia se centra en el uso correcto y oportuno de estos sistemas para evitar el impacto adverso del hielo en el rendimiento de las aeronaves. La NTSB destaca que incluso una acumulación mínima de hielo –de tan solo un cuarto de pulgada en el borde de ataque del ala– puede incrementar la velocidad de pérdida entre 25 y 40 nudos, lo que resulta en un riesgo significativo de pérdida repentina del vuelo controlado. Adicionalmente, el hielo en los tubos de Pitot puede inducir fallas en los instrumentos críticos de vuelo, incluyendo el indicador de velocidad aerodinámica, el altímetro y el velocímetro vertical. Esto, en consecuencia, puede llevar a una interpretación errónea de los datos y, potencialmente, a un control deficiente de la aeronave. Por tales razones, la Alerta de Seguridad SA-097 subraya una práctica crucial: no se debe esperar a que se acumule una cantidad específica de hielo antes de activar el sistema de descongelación. A pesar de que algunos pilotos han sido entrenados para esperar hasta que se forme una capa crítica de hielo antes de emplear las botas antihielo, este enfoque puede ser contraproducente. Pues la acumulación temprana y continua de hielo puede comprometer el rendimiento aerodinámico y, por ende, la seguridad de la aeronave. Otro motivo de preocupación es el uso continuo del piloto automático en condiciones de formación de hielo, ya que este puede limitar la capacidad del piloto para percibir los cambios en el rendimiento debido a la acumulación de hielo. Además, el piloto automático puede enmascarar los cambios en los requisitos de compensación longitudinal y las fuerzas de control. El accidente trágico del Embraer Phenom 100 el 8 de diciembre de 2014 ejemplifica las consecuencias fatales de no adherirse a las prácticas adecuadas de manejo de hielo. Recordemos que durante el descenso desde 23.000 pies, el piloto, a pesar de tener información meteorológica que indicaba condiciones propensas a la formación de hielo, no activó el sistema antihielo del ala y del estabilizador horizontal según las indicaciones del manual. Sumado a esto, el piloto fijó incorrectamente la velocidad de referencia de aterrizaje a 92 nudos, en lugar de los 126 nudos recomendados para las condiciones de hielo. Este error en el procedimiento no solo contribuyó a la acumulación de hielo en la estructura del avión, sino que también resultó en una pérdida de control en una fase crítica del vuelo, que culminó en una colisión con viviendas y la pérdida de varias vidas. Asimismo, es importante mencionar que la NASA ha presentado un nuevo curso en línea para ayudar a los pilotos a prepararse para las condiciones de formación de hielo. Fuente: AIN online Por: Sara Rosas
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